Regula tu sueño y duerme profundamente.
El insomnio produce enfermedades
La relajación es fundamental para el ser humano. Normalmente, es en el periodo de sueño cuando más relajación sentimos, y es en esa fase donde el organismo, a nivel general, se recupera y se regenera, ya que entra en modo “ahorro de batería” y tiene un desgaste mínimo.
Sin embargo, hay personas que, ni siquiera cuando duermen, pueden relajarse. Durante la fase de sueño, aprietan la mandíbula, chirrían los dientes o tienen sueños horribles. Estos síntomas indican que la relajación y recuperación que debe producirse para un buen funcionamiento del organismo, no se ha llevado a cabo correctamente. Por lo tanto, causa una aceleración de la enfermedad y el envejecimiento.
Mala gestión emocional
Hoy en día, la gran mayoría de las enfermedades son de origen psicosomático, es decir, que son el resultado de una mala gestión emocional, de no saber cómo manejar el estrés, la ansiedad, las malas noticias, las preocupaciones, etc.
Todo esto, produce gran variedad de enfermedades que, aparentemente no tienen nada que ver con la tensión o el estrés… El insomnio, por ejemplo, es un signo claro de falta de relajación, pero otros problemas, como pueden ser úlceras, eccemas, gastritis, pérdida de memoria, herpes, gingivitis, parálisis, etc. pueden ser causadas por no conseguir una profunda relajación y recuperación en la fase de sueño.
Causas del insomnio
Para abordar cualquier tipo de trastorno del sueño con un tratamiento efectivo y seguro, es necesario entender que la causa puede estar relacionada con varias funciones orgánicas o sistémicas.
Para tener un sueño profundo, equilibrado y regenerador, debemos tener en cuenta:
- El corazón: Cuando el bombeo y la circulación de la sangre no mantienen un equilibrio con su impulso y fluidez, se producirá agitación y desestabilización mental que afecta la calidad del sueño. Aparte de un buen funcionamiento mecánico, el corazón, considerado en las antiguas tradiciones como la casa de la conciencia, debe estar en paz para conciliar el sueño de forma saludable.
- El pulmón: El aire, junto con los alimentos, son nuestra principal fuente de vida. El pulmón, como gobernador de la respiración, debe funcionar correctamente y estar limpio de toxinas, flema y obstrucciones que impiden la correcta absorción de oxigeno y demás componentes que necesita el cuerpo para vivir, regenerarse y equilibrarse. Su funcionamiento ha de ser óptimo para que la función del sueño se de correctamente.
- Los riñones: forman parte del eje central del equilibrio del sueño, ya que cualquier desorden de las glándulas suprarrenales o de sus funciones de purificación y evacuación provocarán un exceso de rigidez que afectará a todos los tejidos blandos relacionados con el tejido nervioso, como músculos, el tejido conjuntivo, las sustancias cerebrales, etc. Esto los induce a la contracción por la sobre-estimulación que se genera para poder mantener la actividad cotidiana, pues son los riñones los que regulan nuestros actos de defensa, protección y huida cuando por determinadas circunstancias nos sentimos sobrecogidos.
- Mente y sistema nervioso: cuando no podemos “digerir” ciertas situaciones de la vida cotidiana el sistema nervioso se tensa produciendo respuestas emocionales para contrarrestar la incapacidad mental de afrontar o tomar una resolución. El funcionamiento del sistema digestivo, el hígado, el bazo e incluso el cerebro pueden verse afectados también por estas respuestas emocionales.
Con todo esto aprendemos que, un buen tratamiento para deshacernos del insomnio y recuperar el sueño profundo y regenerador ha de tener en cuenta los diferentes ángulos mencionados: fortalecer nuestro sistema nervioso, cuidar de los órganos implicados en el proceso de descanso y ayudarnos a gestionar las tensiones emocionales de la vida cotidiana.
Advertencia:
Mucho cuidado con los bien conocidos efectos secundarios que producen los somníferos que circulan actualmente por el mercado. Cuando se usan con frecuencia, su toxicidad se manifiesta en nuestro organismo y nos producen dependencia. Algunos de estos síntomas pueden ser: pesadez física y mental, exceso de calor en la cabeza y en las mucosas nasales o vías respiratorias, apatía y falta de entusiasmo, sequedad y estancamiento de colon que puede derivar en estreñimiento crónico, dependencia y síndrome de abstinencia entre otras.